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Equitone recuerda que uno de los principales retos a los que nos enfrentamos como sociedad en esta tercera década del Siglo XXI es al calentamiento global. A lo largo de los últimos 250 años, los seres humanos hemos casi agotado los combustibles fósiles, algo que no solo nos ha dejado a las puertas de una crisis energética sin precedentes, sino que nos tiene sumergidos en otra, la climática, cuyas consecuencias cada día son más patentes y graves.
A la hora tanto de frenar los estragos causados por la segunda, como por evitar en medida de lo posible la primera; todos hemos de reevaluar nuestras actividades y el peso que estas tienen en planeta; todo ello con el doble objetivo de hacer que podamos continuar con el nivel y calidad de vida actual, y poder legar a las futuras generaciones un planeta que se encuentre en las mismas o mejores condiciones que lo recibimos nosotros.
Para ello, también son dos los puntos en los que hemos de focalizar nuestras energías y esfuerzos: reducir nuestro consumo energético, logrando que este sea lo más eficiente posible, y hacer lo propio con las emisiones Los edificios son los espacios en los que pasamos hasta un 80 % de nuestras vidas, llevando a cabo en ellos gran parte de nuestras actividades de ocio, ejerciendo nuestra profesión, o descansando antes y después de las mismas. Por eso juegan un papel fundamental.
Según las estimaciones más recientes, los edificios son responsables de hasta un 36 % de las emisiones contaminantes de la Unión Europea, siendo además uno de los principales sumideros energéticos del viejo continente, al consumir un 40% de toda la energía que se produce en el mismo.
Con estos datos en la mano, resulta obvio que es imposible plantearse un escenario en el que logramos reducir nuestro consumo y emisiones sin atacar el fondo la problemática de lograr que nuestros edificios sean lo más eficientes posible desde un punto de vista energético. Una labor que no se ha de limitar solo a las actuales y futuras construcciones, sino que ha de llegar también a aquellas que ya están en uso hoy en día, dado que, según los mismos estudios realizados por la Unión Europea, hasta un 75% de los edificios de su parque suspenden en eficiencia energética.
Para lograr que estas cifras alcancen cotas aceptables, es indispensable el estudio e innovación de nuevas soluciones, productos y maneras de lograr que nuestros edificios no solo gasten la menor cantidad de energía, sino que el rendimiento que se saca a la misma sea el máximo posible. El primer paso sería entender en qué gastan esta energía. Aunque esto sea algo que varía dependiendo del uso que se dé al mismo, la calefacción siempre destaca como el principal sumidero energético de cualquier edificación.
Así, mientras en aquellos dedicados al sector doméstico la calefacción supone hasta un 47% del consumo, por un 27,4% del agua sanitaria, un 20,6% del equipamiento, un 3,9% de la iluminación y un 1,1 % del aire acondicionado, en los dedicados al sector servicios, los distintos sistemas de climatización superan con creces el 50% de su consumo energético, 31,1% de la calefacción y 26,2% del aire acondicionado para un 57,3% del total, con un 22% dedicado a iluminación, un 17,3% al equipamiento y apenas un 3,3% al agua sanitaria.
Quedando patente que la mejor manera de reducir el consumo energético de un edificio es reducir el gasto en los servicios de climatización, las fachadas, como frontera entre el espacio exterior e interior, se convierten en un punto clave a la hora de lograr aumentar su eficiencia energética.
Conscientes ello desde hace años, las empresas dedicadas a la fabricación de materiales y productos tanto para la construcción de obra nueva como para la rehabilitación y reforma de obras antiguas llevan años innovando y desarrollando soluciones y nuevos métodos constructivos que permitan que las fachadas se conviertan en un elemento activo a la hora de lograr que nuestros edificios sean lo más eficientes posible. A la vanguardia de todos estos elementos se encuentran las fachadas ventiladas, una solución que, según los expertos del sector, podrían proporcionar un ahorro energético entre el 40 y el 50 % consumo de calefacción.
Esta tipología de fachada multicapa está conformada por un revestimiento exterior compuesto por paneles y resistente a la intemperie, sustentado por una subestructura anclada al muro o cerramiento exterior del edificio, que a su vez contiene una cavidad ventilada y el aislamiento (según condiciones geográficas). Esto ofrece un sinfín de posibilidades a los fabricantes para elaborar sistemas propios con características y ventajas únicas.
Equitone apuesta por el fibrocemento como material de acabado arquitectónico para fachadas ventiladas. Etex, compañía en la que se engloba la marca Equitone, ha perfeccionado el uso de este material. Su fabricación, en base a materiales que se encuentran en la naturaleza, no solo permite un mejor aislamiento, sino que lo hace de una manera sostenible, lo que mantiene al proyecto alineado con este objetivo de reducción del consumo y las emisiones contaminantes.
Además, gracias a su gran versatilidad, permite a los arquitectos que sus ideas se trasladen perfectamente de la mesa de diseño a la realidad, todo gracias a las propiedades técnicas del fibrocemento y a una amplia variedad de superficies y tonalidades que se adaptan a las distintas necesidades de cada proyecto.
Por último, es también apto para cualquier tipo de obra, desde grandes proyectos de referencia, hasta pequeñas rehabilitaciones, ofreciendo un producto de calidad que está pensado para perdurar en el tiempo.