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La implementación de la neuroarquitectura y el diseño bioclimático en los proyectos de interiorismo en oficinas tiene un impacto notable en el bienestar de los empleados y, en consecuencia, una mejora del rendimiento. "Por ejemplo, un estudio realizado por la Universidad de Exeter encontró que la introducción de plantas en la oficina aumentó la productividad en un 15%, ya que reducía la fatiga visual y mental y mejoraba la concentración", señalan desde Moinsa.
Por este motivo, Moinsa, compañía experta en proyectos de diseño de interiores y equipamiento mobiliario, explica por qué la combinación de estas disciplinas es una poderosa herramienta para la creación de espacios saludables, sostenibles y eficientes.
Si bien la neuroarquitectura tiene en cuenta factores como los colores, la luz natural o la integración de elementos naturales para fomentar la concentración y la inspiración de los equipos, la arquitectura bioclimática toma su nombre de la utilización de elementos naturales para adaptarse a los cambios climáticos sin necesidad de hacer uso de sistemas de aire acondicionado, con lo que se consigue una reducción del consumo energético y un espacio mucho más sostenible.
Desde Moinsa destacan las siguientes ventajas:
Según explica Virginia Núñez, responsable del área de Diseño de Interiores y Creatividad de Moinsa: “En Moinsa nos esforzamos día a día en comprender cómo el cerebro responde a diferentes entornos, y que nuestros arquitectos e interioristas puedan crear espacios que faciliten una variedad de funciones cognitivas y emocionales. Para conseguirlo, consideramos que la fase previa de estudio y conceptualización del espacio es fundamental para conocer qué necesita el cliente” y añade que “un claro ejemplo es el último proyecto que hemos desarrollado para L’Oreal y sus espacios Academy y el Salón Emotion, donde el diseño biofílico y la neuroarquitectura están muy presentes”.