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El Estudio CM4 Arquitectos ha rehabilitado una vivienda peculiar en el centro de Sevilla, "que destila la esencia sevillana y el carácter especial de su propietario", indican. El edificio ocupa poco más de 100 metros cuadrados y consta de tres plantas más azotea con terraza. “Nada más entrar en la vivienda, el color te obliga a inclinar la cabeza; el deleite visual está asegurado” explica Javier Verdugo, de CM4 Arquitectos. La base cromática es un juego de colores ocre, burdeos y verde. Paredes de ladrillo visto, pintadas en tonos crudos, dan a la estancia calidez sin perder su esencia rústica.
La vivienda comienza con un circuito ascendente, a través de la escalera antigua que, con fuerza, recorre todas las plantas de la casa, cada una con unos colores y un estilo, pero unidas entre sí por la tradición. Del mismo modo que se juega con los colores, a medida que se recorre la vivienda también se juega con la luz.
La bienvenida se inicia con la escalera de ascenso al piso superior, donde el dominio del color ocre en las paredes armoniza con los azulejos artesanales típicos sevillanos, con motivos florales y geométricos en azul, ocre y blanco. Una vez en la primera planta, ya se puede vislumbrar que la escalera cambia radicalmente en su ascenso a planta segunda a un color burdeos, más oscuro a la vez que combina con la zona de la cocina y estar.
En planta primera se desarrolla la cocina, con un pequeño comedor. Sorprende la ausencia de salón, puesto que cada espacio cumple una única función, y en este caso es la pasión del inquilino por la cocina. Por ello, la zona de cocina, en blanco, burdeos y verde, es la gran protagonista, con una cómoda isla.
El color burdeos de los brillantes azulejos combina con el suelo de terrazo original de la vivienda y con el verde agua del mobiliario de la cocina. Los elementos dorados -en las luminarias, en las estanterías metálicas y en la grifería- así como los taburetes tapizados en ocre, rematan la decoración. Es destacable la intensa luz natural que entra por los tres balcones.
En esta estancia, cada esquina tiene un rincón pensado para el disfrute: un cómodo comedor para comer o cenar con invitados, una mesita para dos para tomar un aperitivo, butacas para leer junto a la ventana,…
Un efecto claroscuro envuelve el ascenso por la escalera al piso superior, generado por el tono burdeos de las paredes y la luz tenue. Es un toque de intimidad, para recordar que en la segunda planta se halla el dormitorio, una estancia sofisticada y personal.
En este amplio dormitorio destaca la recuperación del techo original de madera, la pared pintada a media altura en un color azul intenso y los elementos nuevos en madera, como el armario, que se mezclan con el mobiliario antiguo del propietario. Alfombras, tapizados aterciopelados y otros detalles completan la decoración.
Las formas simples combinan a la perfección con muebles de un carácter más clásico, creando una simbiosis perfecta entre vanguardia y tradición. Algo que se respira desde la misma entrada al edificio. Es por eso mismo por lo que se ha conservado el gres tradicional y jugado con una gama de colores que crea un contraste de lo más atrevido y acogedor a la vez. Metales opacos y tapizados de cuero completan el resto.
La guinda de la vivienda es la planta de terraza, con mobiliario de fibras naturales y plantas en maceteros de barro, un magnífico mirador en el que poder disfrutar de las vistas de Sevilla.
“El examen del proyecto fue transformar la vivienda en un contenedor apto para todo el contenido y decoración que ya poseía el propietario” explican desde CM4 Arquitectos. El resultado, un “caos ordenado” en el que todo encaja y que se convierte en una única pieza de interiorismo.