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El mercado financiero ya reconoce un claro valor en invertir en proyectos y empresas que están alineados con la taxonomía de las finanzas sostenibles —instrumento creado por la Unión Europea (UE) con el objeto de ayudar a los agentes financieros y a las empresas a definir qué actividades son consideradas como tal—, a los que considera como una inversión segura. Así se desprende del ciclo sobre Taxonomía Europea organizado por Green Building Council España (GBCe), que se ha desarrollado a lo largo del último mes.
En este contexto, GBCe ha puesto en marcha su Portal de la Taxonomía de la UE, dirigido a los agentes del mercado financiero, a los promotores inmobiliarios y a los propietarios de inmuebles individuales o de carteras completas, que permite verificar que sus actividades están alineadas con los criterios impuestos por la UE en materia de sostenibilidad. “Esta herramienta minimiza riegos e incrementa la transparencia durante el proceso de compra y venta, algo básico en un entorno en el que se espera que los proyectos que estén alineados con la taxonomía recibirán mejores condiciones de financiación”, afirma Bruno Sauer, codirector general de GBCe.
Esta verificación de la taxonomía, aplicable a la nueva construcción, a la rehabilitación, a la adquisición y a la propiedad, servirá como prueba independiente de cumplimiento de los proyectos con los criterios establecidos. Asimismo, este portal —basado en el desarrollo de laClimate Positive Europe Alliance (CPEA) y gestionado por GBCe— facilita que las evaluaciones sean homogéneas en Europa, coherentes y que tengan unos estándares óptimos de calidad que den garantías a los inversores. “Hacen falta datos, información y claridad en un entorno en el que existe mucha confusión sobre cómo evaluar el principio de que los edificios no causen daños significativos al medio ambiente”, asegura Julia Manzano, experta del Área Técnica de GBCe.
Captación de información
La taxonomía de las finanzas sostenibles actúa como una palanca de transformación desde el mundo financiero hacia todos los sectores que dependen de financiación externa. “Las entidades financieras ya están obligadas a informar y divulgar qué parte de su actividad está relacionada con la taxonomía, de qué forma y qué planes tienen para incrementar su grado de alineamiento con esta clasificación”, explica Sauer.
En este contexto, las aseguradoras, los fondos y las entidades de crédito se encuentran en fase de captación de información, tanto de sus proyectos como de las empresas que financian o aseguran. Asimismo, la taxonomía regula cómo deben ser estos reportes de información, que cada año va a afectar a un abanico más amplio de empresas.
Así, aunque aún no se percibe la taxonomía como un instrumento de gestión de riesgo de inversión, se espera que en el futuro se convierta en una herramienta que permita mantener una inversión en el tiempo. No obstante, lograr este objetivo de que la taxonomía se convierta en una hoja de ruta a largo plazo va a requerir un desarrollo de varios años, ya que todavía no existen datos y evidencias de valor en el mercado. “Es muy importante que existan entidades de verificación y auditoría que ayuden a recabar información”, concreta Sauer.
En materia de edificación, la taxonomía cuantifica en cifras el valor que tiene el impacto positivo de los activos en la sostenibilidad. “La taxonomía es relativamente sencilla de introducir para obra nueva, pero en los edificios existentes es más complicado porque hay que compararlo con la franja del 15% de edificios con mejor comportamiento energético, donde aún faltan datos y referencias”, explica el codirector general de GBCe.
El complemento de las certificaciones
La taxonomía es un reglamento financiero basado en los informes de las empresas. Aunque no todas las compañías están obligadas a reportar todavía, este momento de transición se está usando para diagnosticar las actividades, las inversiones y para mejorar los procesos y productos. “Podemos decir que un edificio alineado con la sostenibilidad de la taxonomía puede tener un valor superior entre un 5% y un 10% porque tiene menos costes durante su ciclo de vida en consumos y mantenimiento”, matiza Sauer.
No obstante, la alineación con la taxonomía no se aprecia aún en la financiación de proyectos, sobre todo en obra nueva. En este sentido, las certificaciones de sostenibilidad como VERDE complementan a la taxonomía por su mayor alcance y se convierten en garantía de calidad de los activos en el tiempo. Además, permiten un mayor control, trazabilidad y verificación de los datos. “Las empresas con más activos alineados con la taxonomía serán más atractivas para los fondos de inversión”, resalta el codirector general de GBCe.
Sin embargo, aún faltan herramientas para medir la parte social de la sostenibilidad. Es necesario un mayor entendimiento de cómo los indicadores ambientales influyen en los indicadores sociales y viceversa.
El ciclo ha contado con la participación de los principales agentes implicados en la aplicación de la taxonomía en el sector de la edificación como AFI, AECOM, CBRE, Ginkgo, Metrovacesa, Gesvalt, HAUS y Zero Consulting.