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Arquid ha rehabilitado el interior de un antiguo pazo de Arzúa, Galicia, que tras sus muros de piedra esconde una vivienda contemporánea de amplios espacios con un conceptos y estética tradicionales adaptadas a la vida moderna
Antiguamente se utilizaba como vivienda y zona de trabajo. Ahora, el campo y la naturaleza se han convertido, inevitablemente, en parte del proyecto que ha llevado a cabo el estudio de arquitectura. La parcela, que tiene una extensión de 3 hectáreas, tiene grandes vistas de la población de Arzúa en el horizonte.
Además, está ubicado en lo alto de una loma, a lo largo del terreno se cruza un arroyo protegido en el que los animales de la zona pueden ir a beber y en el que crecen grandes arboledas.
La edificación se dividía originalmente en dos zonas, la vivienda y la planta baja, el establo y lugar de descanso de los distintos animales. Mantener el entorno natural y la tradición es una premisa que coincidía con el proyecto de rehabilitación que tenía Arquid.
El proyecto consistió en la reconversión de esta construcción tradicional en piedra que buscaba preservar su identidad y valores originales. Así, se proyectó un diseño exterior que fuera fiel al pazo original, manteniendo la estructura existente.
En el interior, se dejaron a la vista las paredes de piedra y la cubierta de viguería como recuerdo permanente de los orígenes rurales de la casa. El mobiliario que ahora decora la vivienda es una colección de piezas únicas de los propietarios, además se integra a la perfección en el proyecto de rehabilitación.
Los materiales se escogen cuidadosamente para integrarse con la estructura originaria, tanto en color como en lenguaje y forma. El resultado son ambientes cálidos y acogedores dominados por la madera de roble, la piedra y el acero tradicional. Se consigue que en los interiores no se observe la separación entre lo viejo y lo nuevo.
En total, la vivienda consta de 4 habitaciones, 3 baños y un aseo. Las zonas comunes se distribuyen en un comedor con cocina abierta y despensa, el salón, la zona de la chimenea y el recibidor. Se pudo aprovechar también el desnivel de la parcela para crear un garaje que dejase el paisaje exterior limpio visualmente.
Además, esto permitió elevar el techo del pasillo hasta unos impresionantes 4 metros de altura que le dan amplitud y oxígeno a toda la vivienda. A lo largo de éste, se distribuyen las puertas de roble y hierro lacado en negro, específicamente diseñadas para recrear las entradas de los establos, haciendo un guiño al antiguo origen de la casa.