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El camino hacia la electrificación del sector de la edificación se encuentra en un dilema, cómo abandonar la caldera de gas, ya que supone renunciar a un producto generalizado, relativamente barato y con una industria tan potente detrás.
El experto de Green Building Council España, GBCe, Borja Izaola, argumenta que “la bomba de calor tiene muchas papeletas para convertirse en la sustituta de las calderas actuales, ya que es la tecnología activa más eficiente para la climatización de edificios, logrando reducciones en el consumo de energía muy significativas”.
De hecho, utilizar este tipo de sistemas lograría reducir el consumo energético en un 80%, lo que puede suponer el ahorro en la factura para familias y facilitaría una disminución de emisiones cerca del 60% para 2050, según los datos del informe Sector Couplin in Europe: Powering Decarbonization, publicado por Bloomberg NEF, BNEF.
“Esta tecnología facilita la transición hacia el autoconsumo, hacia las energías renovables a través de la red eléctrica y hacia la hibridación con otras fuentes renovables, como aire, termosolar o geotermia”, explica Izaola.
Izaola añade que “en este escenario, las actuales calderas de gas todavía podrían contemplarse como opción, pero dejan de serlo cuando introducimos la necesidad de eliminar las emisiones de carbono embebido y operativo”.
El rendimiento de las actuales calderas de gas es del 110%, porque se aprovechan muchas fuentes de calor residual además de la propia combustión. Pero la realidad es que, tal y como explica Izaola, en 2050 no se podrán quemar combustibles fósiles por lo que, si las calderas de gas se venden con garantías de 25 años, tendrían que dejar de fabricarse en 2025.
Esta tecnología se enfrenta grandes retos, en primer lugar, la necesidad de aumentar su volumen y velocidad de producción para adaptarse al incremento de la demanda. En segundo lugar, debe mejorar la reciclabilidad de la producción y de los materiales que componen los aparatos y en tercer lugar, sus gases refrigerantes deben descarbonizarse.
En este sentido, el experto de GBCe resalta que la industria está aún por construir y que “faltan aparatos, instaladores, variedad, servicio ajustado al cliente, etc., y de repente se le pide a este mercado que explote y crezca a una velocidad que, hoy por hoy, no puede asumir”.
Asimismo, hace falta generar una circularidad que permita que los componentes de las máquinas se puedan reaprovechar para hacer nuevos equipos. Finalmente, “existen los gases refrigerantes descarbonizados, pero tienen una peor tasa de cambio de fase, es decir, calientan o refrigeran menos con un compresor normal, por lo que también es necesario mejorar en ese sentido”, concluye Izaola.
Para enfrentarse a estos desafíos, y promover la instalación de bombas de calor, está en marcha el proyecto Happening —formado por un consorcio europeo con 12 entidades, entre las que se encuentra GBCe—.
Este proyecto se basa en bombas de calor descentralizadas, de tal manera que resulta una solución fácil de montar para instaladores, de baja intrusión para las personas ocupantes y fácilmente adaptable a un gran número de situaciones de edificios diferentes.
El responsable de Comunicación de Happening, Javier Pérez, explica que “se espera que la versatilidad y adaptabilidad de Happening, basada en tecnologías robustas como las bombas de calor y la fotovoltaica, junto con la incorporación al mercado de la rehabilitación de nuevos actores y modelos de financiación, traiga el cambio de paradigma necesario”.