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Hay fábricas de ladrillo donde se emplean unidades de fábricas con alta succión. Se trata en este caso de succiones superiores a 0,10 g/cm2 min. Anfapa recomienda en estos casos contemplar cuidadosamente la posibilidad de deshidratación del mortero.
El hecho es que el ladrillo presenta un elevado poder para succionar el agua con la que entra en contacto en su superficie. Por ello, al contactar con la pasta de mortero absorbe en gran medida el agua de ésta y la reseca rápidamente. Como consecuencia, la interfase ladrillo-mortero presenta una escasa adherencia, por lo que las piezas pueden llegar a desprenderse.
En estos casos en los que se utilizan ladrillos con alta succión y para evitar o paliar el efecto mencionado, se puede actuar de dos formas. La primera es actuar sobre el mortero. Para ello se cuidará especialmente la dosificación de los morteros y su suficiente contenido en agua. Y se utilizará retenedores de agua (tipo metil-celulosas de viscosidad intermedia) que eviten la perdida de líquido en la pasta y aseguren la adherencia.
La segunda vía sería actuar sobre el ladrillo: se debe humedecer bien por inmersión o por riego las piezas unas horas antes y dejarlas orear. De este modo, al estar suficientemente saturadas de agua no absorberán la humedad propia del mortero. Hay que hacer hincapié en que la colocación de ladrillos con características no convencionales exige aplicar morteros fabricados específicamente para este uso y que eviten una deficiente interrelación con las piezas.
La experiencia y el control en la composición y dosificación específicas aportadas por la tecnología industrial de los morteros secos puede prevenir tales desajustes, garantizando la resistencia, adherencia y estanqueidad.
Desde Anfapa se recomienda siempre el uso de morteros industriales cuyo control, distribución y homogeneidad garantizan las características necesarias para una ejecución de alta calidad de los muros de fábrica vista. “Estos morteros son los únicos que aseguran una uniformidad en la textura, el tono y el color a lo largo de la obra, lo cual resulta imposible de conseguir con los morteros in situ. Debemos desterrar de las obras los morteros realizados in situ, en cuya elaboración intervienen varias manos, diferentes maneras de hacer y dosificaciones aleatorias que finalmente traen como resultados acabados imperfectos, tonalidades y colores dispares y múltiples patologías que pueden evitarse fácilmente con el uso de morteros industriales los cuales ofrecen todas las garantías del fabricante que los suministra”, afirman.