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Presentamos las conclusiones del ITeC sobre el informe Euroconstruct de verano. Situación y previsiones del sector de la construcción en Europa.
Según recoge el ITec, se ha constatado que la pandemia ha provocado que 8 de los 19 países de la red Euroconstruct hayan paralizado obras temporalmente. Ha provocado también un brusco incremento del gasto público que está poniendo a prueba los mecanismos económicos a nivel nacional y comunitario, restando capacidad inversora a los promotores públicos. Sin embargo, no parecen estar amenazados ni los fundamentos de demanda (más allá de algunos nichos de mercado muy acotados) ni la disponibilidad de financiación.
Se trata por tanto de una crisis inédita, para la que no sirven demasiado los precedentes de crisis
anteriores. La previsión contempla un descenso de producción del -11,5% en 2020, tras el cual el rebote se empezará a notar en 2021 (+6%) y continuará en 2022 (+3,5%). Este recorrido es muy parecido al que se espera para la economía en su conjunto, con una salvedad: mientras que el PIB tiene previsto acabar en 2022 a niveles del 2019, en el caso del sector construcción aún quedaría un 3% por debajo.
Puesto que la afectación económica será desigual entre países, sumado a que cada país se encontraba en un punto diferente del ciclo inmobiliario, es comprensible que la evolución prevista del sector construcción difiera de un país a otro. Aunque se prevea que el conjunto de los 19 países no alcanzarán la llamada “recuperación en V”, hay 7 países que individualmente sí que lo conseguirán, algunos de ellos de una manera bastante holgada. Hay otros 4 países que se quedarán cortos por un margen muy pequeño, alrededor del 1%, entre los cuales se encuentran Francia y Alemania. Si sumamos las cuotas de mercado de los dos grupos, obtenemos que en 2022 un 67% del mercado europeo estará de nuevo produciendo a niveles muy próximos a los de 2019, o incluso superiores.
La edificación residencial tiene previsto retroceder -14% en 2020 y recuperarse a una media del +4.5% en 2021 y 2022, con lo cual la producción del 2022 aún se situaría un 6% por debajo de 2019. Por tanto, la vivienda sufrirá una versión algo más aguda de la crisis general del sector construcción. No hay que perder de vista que este mercado ya había tocado techo tras haber crecido de manera ininterrumpida durante seis años y que tendía a desacelerarse progresivamente antes de que el coronavirus entrase en escena. La previsión de noviembre contemplaba que la demanda residencial se mantendría pese al empeoramiento económico, algo que tampoco es cuestionado en exceso por la nueva previsión, lo cual contribuiría a evitar un colapso de los precios que sin duda amplificaría los problemas de este mercado.
La travesía a través de las turbulencias será más plácida en países como Alemania, Austria y Polonia. En el otro extremo, Irlanda y Reino Unido experimentarán caídas muy extremas, con la salvedad de que Irlanda tiene expectativas de compensarlas con crecimientos igualmente potentes del 2021 en adelante.
La previsión para la edificación no residencial es parecida a la de la vivienda por lo que respecta al “shock” de 2020 (-15%) pero es algo más conservadora respecto a la recuperación de 2021 y 2022 (+3% anual promedio). Las circunstancias no invitan a la inversión: la pandemia ha comprometido los ingresos de multitud de empresas y administraciones públicas, a lo cual hay que sumar una recesión económica, breve pero intensa. Además, ninguno de los segmentos del mercado no residencial conseguirá escapar realmente a los efectos de la crisis, y algunos de gran peso específico se verán particularmente afectados. Este es el caso de las oficinas y, sobre todo, de la construcción comercial, la cual ya apuntaba al estancamiento en el pasado informe, y que ahora podría ser víctima de los cambios en los hábitos de consumo acelerados por la pandemia.
La promoción no residencial pública, pese a las debilidades reveladas en los sistemas sanitarios y los cambios que habrá que efectuar en los sistemas educativos, a corto plazo solamente proporcionará un alivio limitado y local. Alemania no consigue situarse entre los países que esquivan la crisis, en parte porque ya no esperaba crecer antes del coronavirus. Sin embargo, el Reino Unido sí que repite como país severamente afectado, tal como ocurría con la vivienda.
Previo a la pandemia, la ingeniería civil era el subsector con una previsión más positiva. Y ahora continúa siéndolo: la contracción prevista para 2020 (-11%) es la más llevadera del sector, y el rebote a posteriori es casi tan potente como el de la vivienda (+5% anual promedio). Esto convertirá a la ingeniería civil en el único subsector en donde la producción del 2022 superará la del 2019, y por un margen superior al 3%. Pese a que la mayoría de los presupuestos públicos darán prioridad a seguir controlando el coronavirus, se espera un cierto grado de compromiso con la construcción y el mantenimiento de las infraestructuras. Un compromiso que, en general, aún no se ha materializado en planes concretos ni a nivel nacional ni a nivel comunitario, pero que se espera que acabará llegando conforme se rebaje el grado de alerta sanitaria. La previsión contempla que el segmento del ferrocarril, el más dinámico antes de la pandemia, recupere pronto su ritmo de crecimiento.
Sin embargo, se espera un estancamiento en el segmento de la energía (su momento de gran expansión
parece quedar atrás) y en la infraestructura viaria (muy dependiente de las maltrechas economías municipales). Pese a que la previsión espera una “V” para el conjunto de Europa, hay algunos países que no lo conseguirán, aunque en los casos de Alemania y España, será solo por un pequeño margen. Las excepciones positivas, en las que la recuperación será vigorosa, son más numerosas: Francia, Italia, Polonia y los países escandinavos excepto Finlandia.